El mismo nombre “pez pulmonado” tiene sus raíces en los pulmones bien desarrollados de la especie. Esta adaptación les permite navegar en ambientes acuáticos con niveles de oxígeno excepcionalmente bajos, un rasgo apenas observado entre otras especies de peces.
Los expertos revelan que el pez pulmonado posee la asombrosa capacidad de soportar períodos prolongados de sequía y escasez extrema de alimentos, soportando aproximadamente cinco años en tales condiciones.
Además, el pez pulmonado puede soportar períodos de desecación durante períodos prolongados, potencialmente hasta 2 años. En tiempos de adversidad árida, estas criaturas resistentes se entierran en el abrazo protector del barro, entrando en un estado de “estivación” o letargo. En esta fase, sus procesos metabólicos disminuyen a apenas 1/60 de su tasa típica.
Para embarcarse en este viaje fisiológico, los peces pulmonados acumulan estratégicamente una cantidad sustancial de agua dentro de sus pulmones antes de las inminentes estaciones secas. Esta reserva de humedad los prepara para la inminente fase de “estivación”.
A medida que los cielos se abren durante el inicio de la temporada de lluvias, el aumento de la humedad despierta a los peces pulmonados inactivos de su período de estivación. Su decidida resiliencia despierta, impulsándolos a volver a la acción, y su ciclo de vida continúa según lo previsto por la naturaleza.
A pesar de sus impresionantes adaptaciones, los peces pulmonados presentan una curiosa vulnerabilidad. Una irónica limitación dentro de su sofisticado sistema pulmonar los hace susceptibles a ahogarse si se sumergen en agua durante intervalos prolongados sin acceso al aire. Este mecanismo especializado, que les permite respirar aire, se vuelve ineficaz si se les priva de la superficie para respirar. En consecuencia, la inmersión prolongada sin acceso aéreo plantea una amenaza existencial.
Los peces pulmonados habitan predominantemente en África, América del Sur y Australia. Curiosamente, los expertos afirman que estas criaturas exhiben una esperanza de vida más larga en entornos controlados, y a menudo sobreviven a sus hábitats naturales.