Pao tenía hoy el día libre en el trabajo, por lo que su madre lo llevó a uno de los templos más remotos del distrito para hacer méritos.
Desde la primera vez que vinieron aquí, la madre de Pao le enseñó el valor del voluntariado. A pesar de no ser rica, solía decir: “No importa quién seas o cuáles sean tus circunstancias, hacer buenas obras tiene un valor incalculable”.
A su llegada, el templo estaba sereno. La única persona allí era el cuidador, y el templo estaba rodeado de imponentes árboles, lo que hacía que el clima fuera fresco y agradable. En particular, allí residían más de 30 gatos.
Entre ellos se encontraban gatos salvajes, gatos callejeros y gatitos adoptados, cuyo número aumentaba continuamente.
La madre de Pao había visitado este templo en numerosas ocasiones, llevando comida tanto para los gatos como para el cuidador del templo, sobre todo porque no mucha gente los cuida.
Desde que comenzaron a visitar el templo con regularidad, les han proporcionado comida deliciosa a los gatos y han pasado tiempo de calidad jugando con ellos. Pao, a quien antes no le gustaban mucho los gatos, ahora siente un afecto cada vez mayor hacia ellos.
Los fines de semana, días festivos u ocasiones importantes, Pao siempre hace tiempo para regresar y ayudar en todo lo que pueda. Estas visitas hacen que Pao se sienta rejuvenecido y feliz, como si hubiera encontrado un nuevo propósito en la vida.
Ver a los gatos prosperar le llena de orgullo a Pao. Puede que no sea rico, pero está haciendo buenas obras y adquiriendo una perspectiva más positiva de la vida.
Esperamos que todos puedan embarcarse en esfuerzos tan virtuosos. Comenzar por los actos más pequeños puede revelar el sentido profundo de la vida.