Un agujero negro de una monstruosa masa 10 mil veces la del Sol ha revelado una imagen atemporal del universo hace más de 13.2 mil millones de años, capturando el “amanecer” del cosmos.
Según Science Alert, el análisis de los datos recopilados por el telescopio espacial James Webb permite revelar una parte más del “mundo primordial” en los albores del universo. Este agujero negro es el más antiguo conocido hasta ahora, surgido poco después del Big Bang que ocurrió hace solo 570 millones de años.
Una imagen gráfica muestra un agujero brillante que falta en el universo, capturada por el telescopio espacial James Webb. Desarrollado y operado principalmente por la NASA, con el apoyo de la ESA y la CSA, el James Webb es el telescopio espacial más poderoso del mundo y tiene la capacidad de capturar imágenes del “atravesar el aire” del primer universo.
Este objeto recién descubierto se reveló junto a una de las galaxias más antiguas identificadas hasta ahora, llamada CEER_1019 (anteriormente EGSY8p7).
El agujero sin luz de esta destrucción y su galaxia anfitriona se encuentran a una distancia de más de 13.2 mil millones de años luz, lo que implica que la luz ha tardado ese tiempo en llegar hasta el telescopio James Webb en la Tierra.
En un estudio recién publicado en línea en arXiv y pendiente de revisión por pares para su publicación en The Astrophysical Journal, la astrofísica Rebecca Larson de la Universidad de Texas en Austin (EE. UU.) confirma que este agujero negro en crecimiento estaba devorando la materia primordial limitada de los primeros universos a los que se unió, creando un punto de emisión extraordinariamente amplio. Sin embargo, todavía se observa una emisión de Lyman-alfa como resultado de la ionización neutral del hidrógeno durante la formación estelar, pero no durante la formación de estrellas.
Este descubrimiento desafía las teorías existentes y brinda una oportunidad para comprender cómo los agujeros negros en crecimiento tan rápidamente pueden tener un impacto en la evolución temprana del universo.
A partir de este descubrimiento, se ha identificado el extraño agujero de la llave maestra, que no es el más grande pero sí el más antiguo. Tanto el agujero negro como su galaxia anfitriona podrían representar un paso intermedio entre los objetos más antiguos conocidos y las galaxias y agujeros negros supermasivos que se conocen cientos de millones de años después.
“Lo que hemos encontrado podría ser un antepasado o algo que se transformó en quásares extremadamente grandes”, afirmó el Dr. Larson. Un quásar es una estrella “disfrazada”, generalmente un agujero negro supermasivo que emite una intensa radiación en el espectro ultravioleta.
Los investigadores aún esperan que los datos recopilados por el telescopio James Webb contribuyan a revelar lo que hay más allá, especialmente para descubrir galaxias y comprender mejor la formación de agujeros negros en etapas anteriores. Esto ayudaría a evaluar cómo se inicia y desarrolla el universo.