Después de casi tres décadas de meticulosa investigación, los científicos alemanes han identificado con confianza los huesos enterrados en la catedral de Aquisgrán como pertenecientes a Carlomagno, el rey de los francos y el primer emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Este monumental descubrimiento arroja nueva luz sobre una de las figuras más influyentes de la historia, a menudo aclamado como el “Padre de Europa”.
Carlomagno, nacido en 742 d.C. y gobernante hasta su muerte en 814 d.C., fue una figura fundamental en la Europa medieval. Unificó gran parte de Europa occidental después de la caída del Imperio Romano, creando un vasto imperio que incluía los actuales Francia, Alemania, Italia, Austria y los Países Bajos. Su reinado vio importantes reformas administrativas, legales y culturales, conocidas colectivamente como el Renacimiento carolingio. Los esfuerzos de Carlomagno por estandarizar pesos y medidas, mejorar el comercio y fomentar la educación sentaron las bases para el futuro de la civilización europea.
Sin embargo, el reinado de Carlomagno también estuvo marcado por medidas extremas, incluidas conversiones forzadas al cristianismo y brutales campañas militares. A pesar de estos aspectos más oscuros, sus contribuciones a la unidad y la cultura europeas le han valido una reverencia duradera.
Carlomagno fue enterrado en la basílica que había encargado en Aquisgrán. A lo largo de los siglos, sus restos fueron perturbados en múltiples ocasiones, trasladados por varios emperadores y cazadores de reliquias. En particular, en el año 1000 d.C., Otón III abrió la bóveda de Carlomagno, seguido por el emperador Federico Barbarroja en 1165 y Federico II en 1215, quienes transfirieron los huesos a diferentes recipientes ornamentados. A pesar de los numerosos intentos de los arqueólogos del siglo XX por localizar sus restos, el lugar de descanso final de Carlomagno seguía siendo incierto y se propusieron varias teorías sobre su paradero.
En 1988, se produjo un gran avance cuando los investigadores encontraron una colección de huesos en la catedral de Aquisgrán, incluido un esqueleto casi intacto en una tumba elaborada, un cráneo en un busto del rey y una espinilla en un relicario. Estos hallazgos provocaron una rigurosa investigación científica que duró 26 años. El análisis se centró en 94 huesos y fragmentos, que revelaron a un hombre alto y delgado que coincidía con las descripciones históricas de Carlomagno. Con una altura de 1,84 metros (6 pies), los restos mostraban evidencia de una lesión en la rodilla, lo que coincide con los relatos de Carlomagno cojeando en sus últimos años.
El profesor Frank Rühli de la Universidad de Zurich, uno de los científicos principales del proyecto, confirmó que es muy probable que los huesos pertenezcan a Carlomagno. El estudio detallado de las dimensiones y condiciones de los huesos se alinea fuertemente con los registros históricos de las características físicas del emperador. Esta confirmación cierra un misterio histórico de larga data y solidifica la importancia de la Catedral de Aquisgrán como lugar de descanso final de una de las figuras más importantes de Europa.
El descubrimiento de los huesos de Carlomagno no sólo valida los relatos históricos sino que también ofrece una conexión tangible con el hombre que jugó un papel crucial en la configuración de la Europa medieval. A medida que los investigadores continúen estudiando estos restos, es posible que surjan más conocimientos sobre la vida y la época de Carlomagno, lo que enriquecerá nuestra comprensión de su legado.